VITALIDAD


El ancestro Lu en traducción e interpretación de Thomas Cleary nombra los tres tesoros como Vitalidad, energía y espíritu.

Su definición de VITALIDAD dice así: 


En el cielo, la vitalidad es la vía láctea, es la luz del sol, la luna y las estrellas, es la lluvia y el rocío, el aguanieve y el granizo, la nieve y la escarcha. Sobre la tierra es el agua. Los arroyos, los ríos, los océanos, los manantiales, los pozos, los estanques y los pantanos. En las personas es la vitalidad, la raíz de la esencia y de la vida, el cuerpo de carne y hueso”.


Interpretar estas palabras es una tarea de vida personal, ya que la única manera que conozco de darle sentido a estas palabras es experimentando y viviendo la vida.

Por esto, las palabras a continuación son un intento de conceptualizar la palabra vitalidad, el primer tesoro; desde mi experiencia de vida que por supuesto es subjetiva.

Considero la vitalidad como todo lo relacionado con la materia, con ese espacio donde la vida se manifiesta de diferentes formas, con diferentes densidades. 

El agua es el material por excelencia que en su ciclo de movimiento pasa por los tres estados: sólido, físico y gaseoso.  Como dice el maestro Lu el agua está presente en el cielo, en la tierra y en las personas, es la raíz.

El agua es la excelencia en la adaptación. Hay un poema del Tao te king que explica como el agua da, sin pedir nada a cambio y como desde la humildad de ponerse al servicio de todo y de todos, el mar es el rey al que todos valoran y alimentan al final.


“CAPÍTULO 66


¿Cómo se convierte el mar en el rey de todos los ríos?

¡ Porque está más abajo que ellos!

Por ello es el rey de todos los ríos.

En consecuencia, el sabio gobierna a la gente rebajándose en su discurso; y la dirige poniéndose detrás.

Así pues, cuando el sabio está sobre la gente, esta no siente su peso; y cuando está al frente, nadie se siente herido.

Por lo tanto, todo el mundo está contento de facilitar su progreso sin cansarse de él.

Como no lucha contra nadie, nadie puede luchar jamás contra él. “



La vitalidad entendida como agua es la vida y su ciclo. El movimiento es la vida y así como la tierra, el planeta, es el recipiente donde el agua puede estar en armonía, puede experimentar su ciclo, el cuerpo es el contenedor de la vitalidad, del agua del ser humano. Nuestro cuerpo es más o menos un 70 % agua.

Si observamos la naturaleza, la tierra es el contenedor, quien acoge a todos los seres sin excepción, es la excelencia de la aceptación. La tierra acoge a todos y es en ella donde nacen todos los seres, por ello se asocia con lo femenino. La tierra es primero receptiva y posteriormente capaz de dar a luz. La tierra es yin, es femenina y al igual que el agua necesita combinarse con el yang para crear. 

Podemos considerar a nuestro cuerpo como el diseño por excelencia de la aceptación (tierra) y de la adaptación (agua). Ambas, tierra y agua se consideran yin.

En términos de yin y yang el movimiento es yang y la quietud es su yin. El agua no se mueve por si sola. Si no tiene un estímulo se enfría, se estanca y se convierte en algo más sólido como puede ser el barro o el hielo. Para moverse necesita el calor, cuando no está cayendo por la inercia. Con el calor se evapora. Su estado líquido simbólicamente sería la armonía entre el yin y el yang. La proporción al 50 % entre el fuego y el agua que dirían los taoístas.

Es aquí donde las prácticas taoístas dan un gran valor a los ejercicios que cultivan “el movimiento en la quietud y la quietud en el movimiento”, tratando de poner en práctica el concepto del Wu Wei. (Leer artículos : “El intento” y “Wu Wei”).

El círculo es símbolo de armonía por varias razones como ya hemos explicado en otros artículos: 

  • Un círculo es un ciclo que no se sabe donde empieza y donde termina.
  • La práctica del círculo implica el movimiento continuo. La circulación.
  • En un círculo todos los puntos tienen la misma importancia respecto al círculo, por esto un círculo representa la horizontalidad. No hay picos, no hay extremos. No hay lineas rectas, ni jerarquías.

Así pues, podemos deducir de todo esto que la vitalidad tiene que ver con lo cálido, lo suave y el movimiento tal cual lo expresa el poema 76 del Tao Te King: 

“Cuando una persona está viva, es blanda y flexible.

Cuando está muerta, se vuelve dura y rígida.

Cuando una planta está viva, es blanda tierna. 

Cuando está muerta, se vuelve marchita y seca.

Por ello, lo duro y lo rígido son compañeros de lo muerto: lo blando y flexible son compañeros de lo vivo.

Así pues, un ejército poderoso tiende a caer por su propio peso, al igual que la madera seca está lista para el hacha.

Lo grande y poderoso será colocado abajo; lo humilde y débil será honrado”. 


En el taoísmo hay diferentes propuestas de ejercicios para hacer circular la energía pero pocas que se centren también en hacer circular los líquidos del cuerpo.

La vitalidad tiene que ver con la materia conteniendo agua, tiene que ver con el cuerpo de carne hueso que contiene los líquidos moviéndose de forma natural, automáticamente. 

La vitalidad tiene que ver con todo lo que sea supervivencia, con las ganas de vivir, pero no desde la idea mental de la vida, sino con el instinto de supervivencia, con las sensaciones. Casi todas las acciones del cuerpo son automáticas. A nuestros órganos a nuestras células no tenemos que decirles constantemente lo que tienen que hacer. La supervivencia es instintiva y esta supervivencia instintiva y “automática” es la vitalidad. La sensación de que el cuerpo se siente vital, con ganas de moverse, de vivir en definitiva.

Por ello, las dos funciones más importantes del cuerpo que el taoísmo considera como vitales, son el sexo y la comida. Cuando uno siente ganas de querer o siente hambre es síntoma de que su vitalidad mejora. El placer y el hambre son dos impulsos que la mente no puede controlar, son innatas y propias del cuerpo cuya función es exclusivamente la supervivencia. La vitalidad. La vida en movimiento. 

La vitalidad se cultiva en mayor medida cuando la proporción entre yin y yang se acerca más al 50 %. Cuando yin y yang se unifican y no luchan entre sí. Hay que tener en cuenta que los cuerpos tienen cada uno su proporción entre yin y yang, por lo que aplicar la teoría del 50 % en las personas, en los cuerpos, en realidad no sirve, porque cada persona es diferente. 

Por esto en el taoísmo se habla de buscar el camino del medio de cada uno y de cultivar o tratar de estar en el centro (leer el artículo: “El centro”).

Descubrir los límites propios del cuerpo y respetarlos es parte de la propuesta para el mantenimiento de la vitalidad.  

Cuando el taoísmo se plantea lo que se puede hacer para una buena salud, tiene dos respuestas.

La respuesta yin es que se puede: no hacer nada. Sencillamente, naces y mueres. Entre medio, si enfermas y por tu propia naturaleza sanas, te haces más fuerte.

La respuesta yang es: fortalecer la vitalidad.

Fortalecer la vitalidad es fortalecer el cuerpo buscando unificar el yin y el yang. 

Para fortalecer el yin la propuesta principal es mantenerse en el centro respetando el cuerpo, entrenando la capacidad de sentir, de percibir en el cuerpo lo de afuera, de poner el fuego debajo del agua. Cultivar la quietud entendida como calma. La relajación profunda entendida como expansión. Una relajación atenta.

Para fortalecer el yang existen muchas técnicas pero las principales son la alquimia sexual y la flexibilidad entendida como la capacidad de abrirse. De abrir los espacios vacíos en las articulaciones. De hacer por ejemplo el cambio de músculo a tendón.

La alquimia sexual en el taoísmo merece un libro entero para entenderla, con lo aquí solo mencionaré que en términos generales las relaciones de cama solo ocupan el 5% de sus técnicas y prácticas; y los estudios de la alquimia tienen que ver más con  tipos de energías como: la creativa, intuitiva, espontánea, empática, compasiva, agradecida.

Tratando de resumir podemos considerar el cultivo de la vitalidad una práctica corporal que tiene que ver con las sensaciones y no con los sentimientos, ni emociones  que aunque se reflejan en el cuerpo, se asocian con lo mental.

Para abrirse a nuevas sensaciones son fundamentales el silencio, el buen descanso y el  movimiento constante y continuo que recorre los ciclos de lo calmo a lo intenso y vuelta a lo calmo.


Las asociaciones mencionadas en este artículo son solo algunas de las que se han cruzado durante los años de práctica y que han motivado la constancia de la práctica. Cada quién sabe mejor que nadie cual es su vitalidad y que es la vitalidad. En mi opinión experimentar e investigar la vitalidad es más importante que comprenderla. Tarea que se la dejamos a la mente.

Un cuerpo vivido es un cuerpo vital que dijo no sé quién.


La vitalidad se cultiva cuando uno sigue su naturaleza interna. 

La propuesta de la práctica es descubrir cuál es la naturaleza interna de cada quien, que es diferente a la naturaleza adquirida, mental y construida a lo largo de la vida.

Pistas para saber si estás cultivando la vitalidad:

1. Disfrutas del movimiento o de la práctica que sería lo mismo que disfrutar de la vida.

2. Aunque duerma poco cuando me despierto mi cuerpo se siente blando, cálido y capaz de hacer una actividad placentera como caminar o practicar Lao Chi Kung, taichi, pakua, meditación o algo que implique una relajación atenta en movimiento.

3. Sentir que el cuerpo es útil para mi día a día.

4. Sentir hambre de vez en cuando. No demasiada. No comer todo el tiempo impidiendo que el cuerpo descanse. 

5. Aprender a sentir que hace que mi cuerpo duela, sufra, para no repetirlo.


Ahora podéis decir vosotras, cosas o acciones que creáis relacionadas con la vitalidad.